A 3 años de la pandemia estrenamos, Fuego en los ojos, una colaboración a SONORA.media que hace el actor y director de esta obra, Luis Ureta. Sobre el proceso creativo y cómo lograron concretar este proyecto que fue mutando, debido al estallido social y la crisis sanitaria, conversamos aquí.
Por: Mauricio Barría
Como director de teatro, ¿qué importancia le das a la música y a la sonoridad en tus montajes?
Desde el primer montaje de la compañía La Puerta, Comedia Funeraria, en 1991, hasta Tsunami, en 2021, la música y la sonoridad de las obras han ocupado un lugar de privilegio.
Es por eso que en estos montajes de La Puerta, la musicalización apeló, en lo fundamental, a los criterios extra diegéticos propios del cine, con foco en la creación de atmósferas, muchas veces complementadas por la iluminación y el trabajo emocional.
Sin embargo, desde Calias (2007) en adelante, los niveles de complejidad de los montajes -algunos de ellos marcados por exploraciones en lo performativo- profundizaron en la exploración sonora, incluyendo intervenciones de microfonía y efectos en vivo. Así ocurrió por ejemplo en el caso de Páramo, con instrumentos musicales ejecutados por el equipo actoral (El Bus) y otras variables investigativas asociadas a los espacios virtuales y reales, en los que se desarrollaron estos trabajos.
¿Cómo fue que llegaste a producir Fuego en los ojos?
La historia es larga. El origen de Fuego en los ojos se remonta a un proyecto de investigación apoyado por la Vicerrectoría de Investigación de la Pontificia Universidad Católica y la Escuela de Teatro de la misma universidad.
Todo partió, porque íbamos a estrenar la obra País sin Palabras, en octubre de 2019, donde nos acompañaría al estreno su autora, la alemana Dea Loher. El montaje fue ensayado por Gabriela Aguilera y Pablo Aranda, los otros investigadores y artistas titulares del proyecto. Cuando el diseño y la utilería estaban gestionados, llegó la autora a Santiago, pero al poco tiempo ocurrió el estallido social, lo que retrasó el estreno. Posteriormente, la pandemia declarada por la Organización Mundial de la Salud, en marzo de 2020, significó una lápida para el proyecto original.
Sin embargo, este cobró un nuevo impulso: el montaje se estrenaría en el centro cultural GAM, en 2021. Eso, hasta que la política de confinamientos derivada de la pandemia nos llevó a reformular el proyecto para asegurar su ejecución. Así, junto a Gabriela Aguilera propusimos re-escribir la obra original País sin palabras, y generar un nuevo texto, el que puede entenderse como una suerte de autoficción a cuatro manos y dos cabezas. Bosco Cayo fue nuestro asesor, quien ofició como una suerte de dramaturgo esporádico. El resultado de este proceso es la obra teatral/sonora Fuego en los Ojos.
¿Qué posibilidades tiene desarrollar trabajos de este tipo, pensando en la radio como formato y soporte de un lenguaje?
La experiencia de la escritura colaborativa y, luego, la gestión sonora me ha significado un aprendizaje gozoso en forma y fondo. Con esto, se abrieron nuevos campos de exploración de atractivo alcance. Por un lado, pienso en distintos públicos que, por razones diversas, no pueden movilizarse para asistir al teatro. He aquí una respuesta a una audiencia que puede satisfacer sus apetencias. La tradición de un teatro destinado a contar historias, de la que hay numerosas series y prácticas orales, sigue generando importantes réditos, se mantiene vigente y se encuentra en plataformas digitales un vasto campo de resonancia. Por otro lado, los avances tecnológicos (sonido binaural, por ejemplo) hacen de este medio, o soporte, un campo de enormes posibilidades a explorar. Espero, en este sentido, seguir explorando y, por consecuencia, ampliando los márgenes técnicos y artísticos alcanzados con la obra Fuego en los ojos.
Escucha Fuegos en los ojos en el siguiente link de Sonora.